Sin duda que el tiempo actual nos abre más preguntas que respuestas: la pandemia, la salud, la economía, el trabajo, cambios sociales y políticos, en fin.
Byung-Chul Han, autor del libro la “Sociedad del Cansancio”, en un reciente artículo del País, España, señala que el teletrabajo y el “zoom” incrementa nuestra auto-explotación al punto de causar más depresión y más cansancio.
Pensamos que trabajando más y más duro, tendremos las respuestas, pero no es así. Necesitamos otras respuestas, por eso no nos sentimos cómodos con la incertidumbre.
Maggie Jackson, autora del libro «Distracted” (“Distraídos: recuperar nuestro foco en un mundo de atención perdida”) dice que vivimos en una sociedad que percibe al líder o al ejecutivo que da las respuestas instantáneas o rápidas, como alguien exitoso.
Pero la falta de respuestas, el cambio, la incertidumbre, es un estado maravilloso que nos provoca a pensar. El premio novel de economía en 2002, Daniel Kahneman, psicólogo y economista israelí, dice que lo incierto nos lleva a algo que él llamó el “pensamiento lento”. Y ¿por qué es bueno esto?
Vivimos la vida en un estado automático, intuitivo que con la experiencia sabemos qué funciona; no tenemos que pensar como hacer una taza de café o cómo ponernos los zapatos para correr.
Pero este pensamiento rutinario, no nos renueva, nos produce un estado mental que no logra que mi esfuerzo y el trabajo consiga resultados diferentes, lo cual genera cansancio, estrés y ansiedad.
Quisiera proponerte dos sugerencias. La primera, abraza las situaciones de cambio lo antes posible. Mientras antes asumas como jefe o líder que te enfrentas a un cambio, menos resistencia y menos estrés tendrás. Esto implica ver la incertidumbre no como una amenaza, sino como un desafío. Por lo mismo, deberemos ser más flexibles, menos rígidos, más curiosos, y en especial, ver matices, no pensar en binario, en blanco y negro.
Y la segunda, se proactivo. Este el primer hábito desarrollado por Stephen Covey, autor del libro los 7 hábitos de las personas altamente efectivas.
Ser proactivo implica que cambiar aquel paradigma que dice “así son las cosas y no hay nada que podamos hacer”. Este tipo de pensamiento, nos hace ver la vida como víctimas de las circunstancias, que reaccionemos en base a los estados de ánimo, a los sentimientos y al contexto. Nos hace culpar a otros de nuestros resultados y por ello, perdemos el control de nuestra vida.
El paradigma que yo te invito a adoptar, es “soy libre para elegir y soy responsable de mi felicidad.” Entre varias prácticas, este pensamiento, nos invita a hacer una pausa y a responder en base a principios y a metas. Es ese “pensamiento lento”; pensar antes de reaccionar automáticamente. Reflexionar cómo responder frente a esta circunstancia. Implica darse un momento para deliberar sobre un problema complejo nuevo, sin apresurarnos a dar una respuesta por aparecer ejecutivos. En situaciones complicadas y desconocidas, esta forma de ver la vida, nos ancla en valores y en análisis, no en reacciones desde el estómago.
¡Te deseo una mirada proactiva de la vida!