Mucha gente cree que la confianza en uno mismo es innata: se tiene o no se tiene. Pero esta es tanto una habilidad como un rasgo de la personalidad.

Observa y desafía tu discurso
¿Te encuentras pensando constantemente cosas como «no sé lo que estás haciendo», » o «me van a despedir mañana»? Todo el mundo tiene un crítico interior. Cuando el tuyo se desboca, el simple hecho de pararte a reconocer que te estás infravalorando puede ayudarte a acallar su voz y a empezar a cuadrar tu imagen de ti mismo con la realidad.

Haz un seguimiento de lo que haces bien y de lo que estás mejorando. Las personas tienden a dedicar una cantidad desproporcionada de espacio cerebral a lo que va mal (es el llamado sesgo de negatividad), lo que puede llevar a olvidar o ignorar lo que va bien.

Rediseña tu forma de informar sobre tu trabajo para destacar tu impacto y el de tu equipo. Es importante que te recuerdes a ti mismo que tu trabajo supone una diferencia real para tu organización.

Recuerda los retos que has superado en el pasado.
Cuando te enfrentas a algo intimidante, como un proyecto complejo o un objetivo incumplido, es fácil olvidar tu capacidad de recuperación. Ya has resuelto problemas difíciles y superado reveses en el pasado, y tienes lo que hace falta para volver a hacerlo.

Busca el apoyo y la perspectiva de personas de confianza.
Pregunta a un compañero o a tu jefe cómo se enfrentan a las dudas.
Comparte cómo te sientes y pregúntales cómo han afrontado la autocrítica y la incertidumbre

Arriésgate para crecer y asumir trabajos más avanzados, esto puede ser una gran forma de ganar confianza. Si te demuestras a ti mismo (y a los demás) que puedes asumir tareas más exigentes, te harás una idea más clara de lo que eres capaz de hacer y que probablemente sea más de lo que crees.